Tinaja

Cuadro realizado al óleo sobre lienzo preparado ,pintado Alla Prima.

Esta obra en concreto esta realizada a partir de dos tinajas. Una restaurada y la otra casi totalmente destruida y que el artista utilizó para esos detalles de desconchones que dan un aspecto tan realista.

Una tinaja es un recipiente de barro con forma de vasija de perfil ovalado, boca y pie estrechos y por lo general sin asas.nota 1​ La tinaja grande, también llamada tinajón, más profunda y panzuda, se ha utilizado tradicionalmente para almacenar vino, y los ejemplares medianos para aceite y granos de cereal. Las más pequeñas pueden ser vidriadas parcial o totalmente y utilizarse para todo tipo de líquidos y semillas, así como en la matanza del cerdo.

La tinaja, dada su absoluta funcionalidad, ha sido uno de los utensilios de barro usados por el hombre que ha mantenido de una manera más fiel las formas tradicionales a lo largo de los años. Sin embargo, su dificultad de elaboración, tamaño y peso, han contribuido a la desaparición de esta singular pieza cerámica, que ha pasado a ocupar un lugar destacado en el mercado de antigüedades de muchos países.


Y con ella, además del oficio, ha desaparecido la presencia, tanto en el pueblo como en el campo o la huerta, del popular tinajero murciano, ubicado casi siempre en un lugar preferente del hogar. La tinaja es una gran vasija de cerámica de forma ventruda y boca muy ancha, utilizada para conservar el agua, el vino, el aceite, los productos de pesca o las carnes en salazón.


Cuando la economía de esta región era evidentemente rural y no existía la red de agua potable, la presencia del tinajero resultaba imprescindible en la vivienda al facilitar el almacenamiento del agua bebible para la familia. Pero con la llegada del auge industrial sucumbió, al igual que ha ocurrido con otros elementos de la arquitectura rural. El tinajero comenzó a decaer en los años cuarenta de la pasada centuria, conforme se iba ampliando o mejorando en calles y casas la red de agua, de mano de las compañías particulares, que desde las décadas finales del siglo XIX se venían encargando del abastecimiento regular.


Éste, al igual que otros oficios artesanos, se heredaba pasando de padres a hijos, si bien se ajustaba a la jerarquía profesional tradicional existente, que diferenciaba al artesano del maestro, oficial y aprendiz, y que de alguna manera garantizaba la continuidad de la actividad al ir cogiendo el relevo las generaciones de una misma saga familiar. Resultaba habitual que los propios maestros tinajeros se encargaran de vender su abultada obra de barro cocido por municipios, campo y huerta, utilizando para ello un carro de tracción animal sobre el que distribuía el artífice la carga con tal maestría que resultaba casi imposible el desprendimiento de las voluminosas y llamativas tinajas rojas.


El tinajero doméstico solía tener un par de tinajas, embutidos sus cuerpos algo menos del tercio inferior en un poyo de obra. También los había de un solo ejemplar aunque en menor proporción. Algunas veces, el poyo estaba recubierto de azulejos multicolores y, en otros hogares de economía más precaria, simplemente se blanqueaban con cal. La ubicación tradicional en la vivienda era en uno de sus ángulos, y cuando se disponía de dos plantas, generalmente se colocaba en el hueco de la escalera. En una tinaja normal solían caber unos ocho cántaros de agua.


La definición más completa del tinajero murciano tal vez sea la que nos ofrece Isidoro Reverte Salinas, quien en su libro La Provincia de Murcia, escribe: "El tinajero es como un altar erigido al agua. Ocupando un rincón de la entrada a un costado, se construía una especie de mesa de obra cubierta por regla general de azulejos. Esta obra engloba dos grandes tinajas de 0.70 a 1.40 metros de altura, pintadas de color rojo fuerte, que se llenaban de líquido en la menguante de enero.


En el siglo XVIII se inicia la producción seriada de tinajas de mayores dimensiones, que pudo ser la predecesora de la tinajería gigante cuyos comienzos pueden situarse en el último tercio del siglo XIX, adoptándose la tipología troncocónica invertida, que es la que ofrece mayores ventajas globales. Piezas estas que requerían varios meses de trabajo, desde que se extraía la arcilla hasta conseguir su cocción en hornos morunos de dimensiones considerables. Los centros de mayor interés por el tipo de producción que realizaban estaban localizados en Totana, Caravaca, Cehegín, Lorca y Espinardo; si bien se llegaron a realizar tinajas en otras localidades como Fuente Álamo o Yecla. Producción que contaba con escasa demanda de tipo comercial, salvo en aquellas localidades cuyo territorio estaba ocupado por el olivar y la vid. El resto de los recipientes tenía como objetivo el almacenamiento de moderadas cantidades de aceite, vino y agua, así como la conservación de productos de chacinería y otros que se acomodaban en las orzas. Tenían mayor fama las tinajas de Espinardo y Totana, de paredes gruesas, barro rojo y morisco perfil. Su exterior se pintaba tradicionalmente en rojo con almagra y solían llenarse en invierno cuando el agua de los arroyos y acequias ofrecía mayores garantías de salubridad. La boca se cubría con una tapadera, tapaor, de madera de pino rojo, construido con tablas unidas a testa y sujetas por unas traviesas transversales, con asa u ojo, para cogerla, con objeto de preservar el agua de cualquier elemento extraño. Entre la tinaja y el tapaor, el ama de casa solía colocar un decorativo paño de hilo blanco

 

 

 

    Referencia: OLEO-2019-GENERAL-070
    Fecha creación: 2019
    Autor: Jose Miguel Muñoz
    Técnica: Óleo sobre lienzo
    Alto x Ancho: 120 x 120 cm
    Grosor: 3cm
    Lleva Marco: No
    Requiere Marco: No
    Obra Original Firmada: Si
    Certificado Autenticidad. Si

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Etiquetas: oleo general, oleo

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